Es que, tal como nosotros, a presión atmosférica y temperatura ambiente, el grafito es más estable que el mismísimo diamante, aunque la descomposición del diamante sea tan extremadamente lenta que sólo pueda apreciarse a escala geológica. De ahí que ningún ser humano, y en especial los dibujantes, debería negar sus semejanzas con el grafito.
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