Entra Cristo al baño de hombres
y arrastra el manto sagrado
por los húmedos mosaicos.
Mea (culpa) y mira el cielo
raso y salpica los dedos
de su pié descalzo y laico.
Después se lava las manos
frente al espejo y medita
y el agua que se le escurre
por el hueco de las llagas
se pierde en el sumidero
como toda agua bendita.
2 comentarios:
La víscera que palpita.La culpamos de nuestras desdichas y de nuestros alborozos.Cuando en realidad es una bomba de vida, un obrero sin descanso de fin de semana.
...y ese Cristo en todas partes, no se yo si me lo creo...
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