miércoles, 5 de marzo de 2008

Eco multiplicador

Trabajé con esmero cada pregunta, tiré de su lengua escondida. No buscaba su voz, buscaba su corazón, imaginaba su alma, apuntaba a sus sentimientos, necesitaba una respuesta, me urgía una recompensa y la conseguí, cuando me despedía, con el acopio de toda mi convicción, le dije -Te quiero mucho.- y ella, con el simple mecanismo de la repetición, con ese práctico recurso de insistir varias veces con la misma palabra, con la humildad del eco multiplicador, me dejó claro que me quería mas. -Yo te quiero mucho, mucho, mucho.- dijo, y ni una palabra mas.

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