domingo, 9 de agosto de 2009

Escondite


Una avenida cual la paz, ancha y desierta,
un silencio sepulcral cruzando el alma,
un casquillo de bala en la vereda.

No está el muerto ni el dolor ni la ambulancia,
no está el arma ni el temor ni el asesino,
no hay testigos, no hay valor ni hay policía.

Una mancha de sangre en las baldosas
aún se mueve en un zigzag rojo y pesado
reflejando el sol y algunas nubes blancas.

Yo no quiero abandonar este escondite,
a ver si asomo la venganza y de un balazo
no me dejan terminar este dibujo
(o no me dejan terminar esta denuncia).

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