

campea el sino a sus anchas por las habitaciones,
se descoyuntan las estrategias del cautiverio
y en el refugio de un bar perdido en el conurbano,
desesperando a una camarera con dos cigarros
y un whisky estoy mucho mas a gusto que en mi sofá.
Pero ya empieza a hacerse muy tarde en todo sentido
y en el mas amplio y cruel sinsentido de la palabra,
siempre es muy tarde para el sentido del mutuo acuerdo
que se confirma en las sobremesas de un mediodía
y aún es mas tarde para el sentido infiel de las sillas
que yacen yertas patas arriba adentro del bar.