sábado, 12 de diciembre de 2009

Un disfraz, una princesa y un helado

Fue una tarde de verano incalculable
en una esquina endemoniada de la tierra,
me congeló con un helado los cabales
y después me derritió con su belleza.

Por los siglos de los siglos perduraron
mi disfraz y aquellos labios de princesa,
me escapé de miles de años desolados
escalando por el moño de su trenza.

Nunca mas volví a sentirme solitario,
nadie mas desestabilizó mis fuerzas,
cada vez que la recuerdo estoy salvado
y eso que nunca mas la vi ni supe de ella.