The White House

Basta de joda. O se dejan de probar o le aciertan de una vez por todas a la White House y que se vaya todo a la mierda, que a nosotros, los paranoicos menos retorcidos, los condenados a muerte más humildes, las víctimas mas resignadas, nos rompe las bolas andar pidiendo últimos deseos cuando ni siquiera se nos ha cumplido el primero.

Corea del Norte

Teniendo en cuenta esto, mi último deseo sería que los norcoreanos se dejen de probar. Con las pruebas lo único que están consiguiendo es poner sobre aviso a los yanquis y bien sabido es como se ponen estos tipos cuando no es su dedo el que le toca el culo a los demás. Van a repartir misilazos a diestra y siniestra por mas que apunten a Corea del Norte, van a dejar como un colador el planeta y nos van a explicar aquello de los daños colaterales tomando Coca Cola en sus refugios nucleares

Pruebas misilísticas

Total que me empezó a dar mucho trabajo esto de buscar un último deseo y entonces opté por lo espontáneo, desear algo provechoso y que estuviera a mano. Releí una noticia que comentaba sobre unas pruebas misilísticas que había practicado Corea del Norte. Parece que lo más grave es que los misiles podrían haber alcanzado a Estados Unidos pero como eran de prueba cayeron en el mar.

Tres dibujos

Una mierda, me dije, debo ser el paranoico menos retorcido del planeta, el condenado a muerte más humilde, la víctima mas resignada. Dicen que cuando Picazo se murió, desde su lecho de muerte al piso cayeron tres dibujos empezados. Eso no está mal, pensé. No habrá sido un último deseo porque a Picazo la muerte lo agarró in fraganti, ni tiempo que le dio a pedir, pero estaba laburando que ya es todo un señor deseo, y bien pero bien último.

Último deseo

Total que de pronto me encontré con que había mirado el cielo, había tomado un café, y me había fumado un cigarrillo mientras interpretaba la línea ascendente que había dejado la borra desde el fondo hasta el borde de la taza, todo esto como último deseo impulsado por el peligro que significaba el cambio climático.

Nuestra sangre

Nuestra sangre hecha moneda paga el derecho de piso. Somos historias urgentes, somos deseos presentes, memorias del día a día. Hoy por hoy somos sonrisa, pero estamos trabajando para comprarnos la alegría entera. Dame un sol, te doy mi luna, dame tu luna, yo el sol. Ni tan rápido la vida, ni tan despacio la muerte, inmortal es el amor, rico es quien entrega el alma, pobre el que ahorra corazón.

Dulzura

Somos la guerra de los relojes y la paz de las agujas, empuñamos nuestras armas con dulzura. Nuestras armas son la historia, la memoria y esta vida. Sabemos matar el tiempo pero no tenemos filo y entonces, resucitamos hasta los tiempos perdidos.

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Estamos trabajando para que no pase tan rápido la vida ni tan despacio la muerte, para recuperar los soles de nuestros sueños y las lunas de nuestros desvelos. Nos intercambiamos suertes y verdades para crecer iguales. Recuperamos infancias, inventamos juventudes y queremos ser grandes cuando seamos grandes, no ahora.

La apilada de Capote

El bar que yo frecuento, decía mi viejo, como todos los bares, tiene un íntimo sentimiento futbolero. Algunos cuelgan un banderín con los colores del club de sus amores, otros enchinchan el clásico póster con los jugadores de pié e hincados en formación, aquellos exhiben la camiseta del héroe favorito, estos ostentan la foto autografiada del goleador, y el mío, un cuadro del descubrimiento de América.Te aclaro que el descubrimiento de América propiamente dicho, decía mi viejo, se produjo el 12 de octubre de 1939, unos segundos después de que a Vicente de la Mata, alias Capote, un verdadero diablo rojo del Independiente de Avellaneda, se le ocurriera la brillante idea de gambetearse a todo millonario que se le interpusiera entre la pelota y el arco de River Plate aquella gloriosa tarde. Cuando el arquero se la dio allá en el fondo, Vicente levantó la cabeza, se acarició los bigotitos con la punta del índice como reflexionando y ahí nomás salió, elegante, seguro de sí mismo, con esa sonrisa seria que se les dibuja en la cara a los futbolistas que nunca olvidan que esto es un juego, que están jugando, esa sonrisa que, si nos fijamos bien, ya les delata la travesura que están por hacer. Y empezó a pasar gente, uno se tiraba a la derecha y el Capote aparecía en la izquierda, otro se clavaba para pecharlo y el Capote ya estaba haciéndole un caño. Si el defensor le miraba los pies el Capote se la pasaba por arriba de la cabeza y si le miraba la cabeza se la pasaba por la izquierda y lo esquivaba por la derecha para encontrarse de nuevo con la pelota a las espaldas del adversario. Así se pasó a todo el equipo rival dos veces (y a algunos defensores hasta tres veces, acotaba mi viejo) siempre utilizando una maniobra diferente a la anterior como si fuera mostrando un formulario de la creatividad en el malabarismo, hasta que le quedó el arquero a tiro. Miró uno de los palos y como quien no quiere la cosa, casi aburrido ya de tanto firulete, la durmió en las redes que estaban enganchadas en el otro. Que querés que te diga, decía mi viejo, si no hubiera sido gol el arbitro lo cobraba igual de la vergüenza. Y el tipo se dio vuelta como si no hubiera hecho nada en toda la tarde, se pasó la palma de la mano por el pelo engominado para ver si se había despeinado y buscó cansinamente el centro del campo. Tan folklórico alarde de magia, este descubrimiento de América que fue bautizado como “La apilada de Capote”, pasó a ser la expresión máxima de la idiosincrasia sudamericana en todo sentido, no solo en el del fútbol argentino, decía mi viejo.

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En los alrededores de Jerusalén prolifera un arbusto que alcanza a medir unos quince o veinte centímetros de altura y tiene unas ramas curvas armadas de espinas que crecen de a pares en el mismo punto con la peculiaridad de que una de ellas es recta y la otra encorvada. Su nombre científico es ziziphus spina christi pero se lo conoce popularmente como jujube. Esta especie de espinillo no tendría ni la mas mínima relevancia si no fuera porque se cree que con sus ramas se trenzó la corona de espinas con que ciñeron a Jesucristo el día de su crucifixión.

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Pero si ella no me atiende me voy al bar de la esquina / y como no tengo un mango me pido un Gancia al limón. / Le echás chorritos de soda y te dura todo el día / como dura la alegría si la estirás con pasión.

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Poco me faltó para caer en la trampa. / Suele ser la mirada un detonante. / Tu astuto corazón que pertenece al hampa / me abofeteó dos veces con su guante.

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Un dios latinoamericano, acodado en las ramas más altas de un ombú al que el respeto le hacía temblar las hojas, hizo un gesto así, con la mano, como diciendo, Latinoamérica es mía.

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Mi cómplice es una negrita argentina con los ojos color de miel (de avispa) y el pelo lleno de flores de mburucuyá.

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Me voy a asomar a mirar el cielo, volví a decirme a mi mismo. Me asomé al balconcito y lo miré. Estaba ahí, como siempre, que de tanto estar ahí ya casi ni le damos bola al pobre cielo, pero estaba ahí, no tan seguro como en otros días, un poco mas revuelto, con algunas nubes inquietantes y algunos pájaros volando altísimo y en círculo, un sol redondo entre dorado y plateado como una moneda de un euro pero a lo bestia y una brisa caliente como el vapor que sale de la olla a presión, pero el cielo estaba ahí.

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Estos pseudoapocalípticos cambios climáticos tienen la capacidad de convertirme el instante presente en el mas próximo al fin del mundo y ante esa posibilidad tan cierta deseo últimos deseos. Hoy por ejemplo me preparé un café y cuando lo tenía listo me dije a mí mismo, que último deseo mas estúpido este de prepararme un café. Así que me dispuse a darme un último deseo un tanto más creativo antes de que todo se termine.

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No se trata de que los menores carguen con el peso de la ley, sino que la ley se haga cargo de lo que los menores pesan. No se trata de que el menor sea objeto de derecho, se trata de que el menor sea sujeto de derecho. No se trata de que sean hijos del rigor, sino de que sean hijos sin rogar. No se trata de que los aplaque la muela del juicio, se trata de que le hagamos juicio a la muela.

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Se trata de que los jueces de menores sean eso, jueces de los menores, no que los menores sean de los jueces. Se trata de explicarles la ley sin rigor, no de aplicarles el rigor de la ley. No se trata de que los niños sean derechos, se trata de que los derechos sean del niño.

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Dime cuanto tiempo resistes las imágenes de los vientres hinchados de los niños desnutridos de Bangla Desh, las moscas merodeandoles los labios, las piernas y los brazos hechos hueso, los ojos enormemente tristes. Dime cuanto tiempo, y te diré quien eres.

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Estoy diseminado en el presente / para buscar el futuro todo junto / soy gente cuando estoy entre la gente / y mundo cuando estoy solo en el mundo.

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Con la cresta de las olas / impulsaría mi sangre / y te iría a navegar.

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Si yo fuera marinero / no tendría ningún barco / me haría parte del mar.

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Cuando sepas que un dolor es concecuente / que se instala en el alma y la reinventa / explicalé que tu esperanza está sonriente / y que se deje de joder mas de la cuenta.

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Subrayando el esternón de los valientes / en el cielo se ha razgado una tormenta / por el tajo sangra el sol y se convierte / en un dulce corazón que se revienta.

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Porfiaba el instante / tratando de hacerse / interminable / sin parecerse.

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La mecánica caricia de la vida / escondida en la tibieza de los soles / de repente me ha besado una mejilla.

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Aminorá tantos aspavientos / de andar vestido pa' la ocación / si con las yegüas que hay en el centro / hay que salir sin el pantalón.

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Te van a dar tantas cachetadas / en las mejillas del que está atrás / que vas a andar babeando la cama / y hasta la fresca te va a entibiar.

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Pero decime, pará un momento / pisame el freno del bandoneón / si no conviene ser mas modesto / y usar perfume de salchichón.

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Y vas a ver como se abalanzan / manguenadoté la felicidad / y vos, flameando la botamanga / les contestás que no hay novedad.

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¿Cuanto te cuesta a vos levantarte? / Eterno tango en el ventiluz / Tomate un mate antes de piantarte / curtí la calle de jetra azul.

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Suave y sencillo su cuerpo / se hundió despacio en el agua / y así fue como sintió todo / y nada.

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Yo te veo las manos buscando en la cartera / y apoyando en la mesa momentos de tu vida / yo se que estás haciendo / yo se que estás pensando / te encuentro sin moverme, sin estar donde estás.

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Así te memorizo, te aprendo y no te olvido / te escucho el pensamiento detrás de la mirada / y estoy viendo tus ojos y espío lo que miran / y sigo los latidos que da tu corazón.

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Yo te escucho el murmullo del bar a la distancia / donde estás esperando que traigan el cortado / y te escucho el aliento cuando entreabrís los labios / y huelo el cigarrilo que recién te encendiste.

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Corazón entremezclado / con latitas de cerveza / que no te hayas suicidado / es un milagro supremo / por lo demás, ya veremos / cuando te vuelva el almita.

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La camisa de colores / con el cuellito cerrado / para controlar la flores / del estampado.

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Llora Teresita / mojando azulejos / y se mea encima / como los pendejos.

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Al margen de averigüarlo / y de sentirme muy bien / curiosidad satisfecha / y algunas dudas también.

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Porque detrás de las dudas / se oculta curiosidad / te levanto los vestidos / para saber que me das.