jueves, 21 de mayo de 2009

El cántico de las llaves


Revisaste tu cartera
sobre la mesa cuadrada
del bar, buscando los planos
de algún tesoro pirata.

El cántico de las llaves
sonó en la penumbra breve
igual de azul que una antorcha
encendida en una grieta.

-Aquí están-, dijiste alegre
mostrándome el amuleto
que hubo de abrir el destino
de las próximas tres horas.

Te desvestiste en el aire
de la cama levitando
mientras la ropa flotaba
como una bandera blanca.

Yo la colgué antes de verte
desde la luz apagada
y empecé a escribirte el cuerpo
con la letra de mis ojos.

Al otro día la lluvia
de amor me pintó la cara,
habían pasado en tres horas
mil años como si nada.

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