sábado, 16 de febrero de 2008

Lustrabotas

Pedro la copió lo mas prolijo que pudo. Con la mano izquierda sostenía la hojas del cuaderno y con la derecha empuñaba la birome. Ladeó un poco la cabeza como ayudando a la mano a deslizarse sobre el papel y de reojo vio el vestigio del betún en sus dedos recordándole que había trabajado todo el día. Sus ojos se clavaron un instante allí, prestándole atención al betún, un instante, nada mas, después volaron hacia las manos de la maestra. Sus dedos también estaban llenos de tiza. Se sintió identificado, orgulloso, adulto, como un maestro.

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